Descripción:
Mural a pértiga y plástica.
Fue una fría y gris mañana de enero, me levanté contenta porque iba a pintar un conejo gigante pero nos llegó la tristísima noticia de que Bowie había muerto, hacía un par de días que había salido su último álbum, no lo podía creer.
Bowie fue un artista que me había acompañado desde muy joven, especialmente en los momentos de soledad más duros. Nos mostró un universo en el que muchos nos sentimos acogidos y su energía nos fundió con las estrellas.
Abandoné la idea del conejo gigante y pinté un Bowie gigante, no sé porqué lo hice, no es mi mejor trabajo, pero fue un ejercicio desde el corazón y con todo mi cuerpo (probad lo de pintar a pértiga y lo entenderéis) para mitigar esa pena que me había invadido.
